a escritora moqueguana Yajahira Castellanos pudo hacer suyas estas palabras de la poeta chilena Teresa Wilms Montt: “Traigo a tus pies la suave ofrenda de mi libro, que deposito en ellos, como el más sutil perfume de mi inspiración». No pretendo construir vasos comunicantes entre estas dos autoras por un anhelo utilitarista sino porque ambas voces coinciden en una brutal expresión literaria hecha con atrevimiento en sus formas y amalgamando los misterios del dolor y la incertidumbre de la vida a un horizonte de lenguaje donde brillan las palabras y lo sonidos repiquetean como pajarillos sobre los lectores. Ser disruptivo en la literatura no es el capricho de una repentina vanidad, sino que obedece a construir una historia desde los cimientos de una compleja elaboración literaria. Atrevimiento puro y duro.
No concibo la categorización de literatura femenina en contraposición a la hecha por los hombres. Ni creo que las obras de poetas o novelistas (y cualquier expresión artística, académica o científica) deba ser valorada por el género del creador (o creadora) y soslayar sus valores estéticos en pos de un acomodamiento a un discurso tan en boga en estos tiempos de cobardías. Disculpo a los barulleros que vieron en esta obra literaria otros mensajes subalternos. No valoramos la escritura de Susan Sontag por ser mujer o por su opción sexual sino por el brillo e inteligencia de sus palabras. Ni tampoco a Beatriz Sarlo por ser mujer sino por sus poderosos argumentos que salen de su cerebro. O las bellas crónicas de Leila Guerrero, Alma Guillermo Prieto, las quebradas historias de Rosa Montero, los melancólicos versos de Blanca Varela, los gritos de piel de María Emilia Cornejo o los versos oprimidos de Magda Portal, Clorinda Matto de Turner. Ellas producen alta literatura y es mérito de ellas la elevación que alcanzaron con el lenguaje. Desde luego que esto no nos exime de reconocer la violencia contra la mujer históricamente y su exclusión de los círculos creativos, políticos o científicos relegándolas a meras sirvientas o parte un decorado sin voz, sin voto y apolillada sin explorar las dimensiones de su mente y las libertades de su cuerpo. La mujer hoy en día participa en todos los campos de la vida humana y desafía el estatus qou, las tradiciones y hasta los discursos de vanguardia. Pretender una igualdad totalitaria le hace daño a la magia de sus instintos, al vigor de sus infinitas ganas de devorarse el mundo y sus circunstancias. Libres para siempre. Ya no tienen una obligación con la cordura.
Yajahira Castellanos ha escrito su primera novela Las malditas ganas de estar triste (Editorial Boluarte,2024) y viene cumpliendo las expectativas de sus lectores fervorosos que abren sus hojas y ven esta muralla de palabras que trasmite la novela un arrebato de complicidad y sobre todo una revelación intimista y cambiante que desafía los tradicionales formatos de la novela.
Las malditas ganas de estar triste
ISBN: 9786124724695
Título: Las malditas ganas de estar triste
Autor: Yajahira Castellanos
Editorial: Baluarte
Cubierta: Blanda
Tamaño: 21 cm x 14 cm
Observaciones:
