La emoción de algunas escenas no sólo es un dato biográfico, sino que además revela que ya no temía contarlo. La experiencia, tratándose de un caso serio, tuvo que ser sumergida en profundidad y meticulosamente desinfectada por el paso del tiempo, antes de permitirse tratar sobre ella en su ficción narrativa. Sólo entonces, en 1817, ella estaba preparada. Aparentemente, por lo demás, un cambio en sus circunstancias era inminente. Su fama había crecido con lentitud. 'Dudo', escribió el señor Austen Leigh, 'que sea posible mencionar cualquier otro autor de renombre cuya oscuridad personal sean tan completa.' Si tan sólo hubiese vivido unos años más, todo eso habría cambiado: habría permanecido en Londres, habría salido a comer y a cenar fuera, habría conocido a gente famosa, tendría nuevos amigos, habría leído, viajado y habría podido volver a casa campestre cargando un saco de observaciones para deleitarse durante su tiempo libre.